viernes, 22 de febrero de 2019

INDIFERENCIA

Me urgía encontrar trabajo.  No era fácil, joven, pero poca experiencia.  Había trabajado aquí y allá y hubo largos períodos de cesantía.
Al fin conseguí una entrevista en un prestigioso estudio de arquitectos.  Preparé mis bocetos, planos y mi poca experiencia en una ordenada carpeta.  Según yo, no debería irme mal, pues no pedían experiencia previa.  Era un estudio joven, aunque en poco tiempo se había hecho un nombre en el mundo de la arquitectura.
El día llegó y yo, con mi mejor traje, llegué diez minutos antes.  Pasados veinte minutos, la secretaria me hizo pasar a una oficina.  Abrió tan rápido la puerta que no alcancé a leer el nombre en la placa.  Sentada a un escritorio estaba una mujer joven, parecía más joven que yo.  Estaba mirando mi currículum y apenas levantó la vista para indicarme una silla donde sentarme.
No me sentí muy cómodo, algo me decía que no me iría bien.  Sin levantar la mirada me resumió el trabajo del estudio y lo que se esperaba del candidato al que contrataran. Le tendí mi flamante carpeta y la miró pero no la abrió, la dejó a un lado y puso mi currículum encima.
Siguió viendo unos papeles y de repente se dio cuenta de que yo seguía ahí;  me dijo que estaban entrevistando a otras personas y que me avisarían en caso de sí o de no.  Y sin más palabras, me despidió al tomar el teléfono.
Me fui algo frustrado, no me hizo ninguna pregunta, en realidad, casi no me miró.  ¿Cómo elegiría a  la persona para el puesto?
En fin, con el ánimo por el suelo, me fui con la sensación de haber perdido otra batalla.
Di un par de vueltas para calmarme, y decidí almorzar en un café restaurante pequeño que encontré después de caminar un tramo.
Entré y me senté al fondo, no quería encontrarme con nadie conocido, quería ser invisible en ese momento.  Además, desde allí podía entretenerme mirando a los comensales .  Era hora de colación, así que empezaron a llegar grupitos a sentarse en diferentes partes.  Y entonces la vi; la mujer que me había entrevistado.  Entró conversando y riendo con tres compañeros.
Tomaron asiento en una mesa cercana.  Me vio, estoy seguro, un segundo su mirada se detuvo en mí y siguió hablando con sus compañeros mientras tomaba asiento.  Quedó a mi vista, pero en ningún momento miró hacia donde estaba yo.
Me sentí mal, no sabía por qué.  Había estado en la oficina de esa mujer por lo menos diez minutos y era como si nunca me hubiera visto.
Recordé que casi no me miró, que nunca pronunció mi nombre, ni tampoco se presentó.
Y ahí estaba, compartiendo un ameno almuerzo con sus colegas, hablando y riendo como se hace con los conocidos.
Y ahí lo supe .  Lo que me había frustrado y me había hecho poner hasta mal genio. 
Su indiferencia.  Sí, esa indiferencia con la que me trató toda la entrevista e incluso ahora.
Eso definitivamente echó a perder mi día.  
Nunca supe quién era realmente, pues a los pocos días recibí un correo diciéndome que no había sido elegido.  Otra frustración.  
No dejo de pensar qué hubiera pasado si me hubieran dado el trabajo y tuviera que verla todos los días.
¿Me vería? ¿Se aprendería mi nombre? ¿Tendría que trabajar con ella?  
En fin, me quedé sin respuestas; sólo con su indiferencia y sin trabajo.
Maru
Febrero 2019



jueves, 14 de febrero de 2019

Las berenjenas y yo

Hola!  ¿les ha pasado que se niegan a probar algo porque "sienten" que no les va a gustar?  Bueno, a mí me ha pasado, primero con las lentejas, no las podía ver, pero cuando niña me dejaban toda la tarde con mi plato hasta que me las comía, cosa que raramente hacía, con el castigo correspondiente.

No recuerdo que en mi casa se haya hecho berenjenas.
Pero nunca me interesé por ellas, porque había escuchado que eran amargas, etc.  Y recién este año tomé la decisión de probarlas  ¡y me enamoré!  me encantaron.  Así que ahora son uno de mis platos favoritos.  Las salteo en una sartén, le pongo champiñones, sal, aliños y al final dos huevos, revuelvo todo y ¡voila! un almuerzo sano y nutritivo.   

Lo de las lentejas fue muy raro, yo estaba embarazada de mi hija mayor, Melissa, y me dio por comer lentejas, cosa que nunca había hecho de buenas ganas.  Lo más raro es que les echaba el jugo de un limón, y me parecía la cosa más rica del mundo.  Ahora no soportaría comerlas así, pero desde esa fecha, las como con gusto.

Cosas raras que pasan.  Lo que sí nunca he podido pasar, es el zapallo amarillo,  no, no hay caso, siempre lo dejo a un lado, eso no ha cambiado ni con los embarazos ni la edad.  

En fin, ¿qué manías tienen Uds. con la comida?  La verdad es que yo tengo muchas.   

¡Feliz día del Amor y la Amistad!  Los quiero mucho y espero que nos leamos mucho tiempo más.

Un beso.
Maru













domingo, 3 de febrero de 2019

¡ANIVERSARIO!





Síiiiiii, mi blog cumple 12 años, ya no es mi bebé, ya está a punto de entrar en la aborrescencia.  ¿Cambiará? ¿Me querrá todavía? o pensará que lleno sus hojas prístinas de tonteras sin importancia.  Quién sabe.

Han pasado tantas cosas en estos años, me enfermé, me compré un departamento, perdí mi trabajo (gracias a Dios nunca más trabajé), me pensionaron, me trasladé de ciudad y hasta ¡me casé!  algo que no hubiera imaginado en mis más locos sueños.

Agradezco a los que todavía me siguen, por supuesto, la audiencia ha cambiado, muchas amigas y amigos ya no pasan por aquí, muchos cerraron sus blogs hace mucho tiempo.  No voy a negar que a veces me dan ganas.  Cuando veo en otros blogs, 40, 50 o más comentarios, y el mío no llega a los 5 la mayor parte de las veces, me dan ganas de olvidarme y dejarlo, porque a veces tampoco se me ocurre qué escribir.  Pero no me voy a rendir, me gusta tenerlo, me gusta escribir, no importa cuántos me lean.  Lo raro, es que veo las estadísticas y veo que me lee mucha gente que no comenta.   Por ejemplo, mi anterior post, el del terremoto, lo  leyeron 34 personas.  Y por esas personas, mis amigos anónimos, seguiré con mi blog.

Les reproduzco mi primer post, ese que escribí un 3 de febrero por allá por el 2007.

Les dejo mis cariños y mis agradecimientos eternos.
Maru




Hola. Tengo fama de ser buena para escribir. Y ahora que tengo todo este espacio en blanco para hacerlo, no sé qué escribir. Así son las cosas.
De momento la vida no me tiene muy contenta, será que no me ha dado mucha tregua últimamente y aunque trato de estar optimista, calmada y serena, es harto difícil cuando ves que una parte de tu vida se desmorona a tu alrededor y poco puedes hacer.
Pero bueno, de todo hay que aprender, y seguiré adelante con mi vida, sea que me traiga cosas buenas o no tanto, seguiré siendo yo y ustedes tendrán que seguir soportándome, jiji.
Espero que este blog no sea tan serio como yo, y que lo disfruten y a ver si comentan en buena onda alguna vez.
Un saludo para todos los que están ahí asomados a la ventana.
Maru