No cierres tu boca, no hagas sonar
ese silencio provocador de calma.
No calles tus risas ni tu llanto, no calles, que yo te escucho.
Escucho admirada tus palabras, para mí son alegres,
pero no motivo de risa,
sino porque son hermosas.
Porque tú las dices, y eres una persona hermosa,
llena de ratos felices;
no te vuelvas triste como las hojas que caen en otoño,
no murmures, que el viento no te escucha.
Maru