viernes, 17 de agosto de 2012

Gonzalo



Gonzalo siempre soñó con ir a la universidad.  Pero su familia es pobre; tiene tres hermanos menores, por lo que está obligado a estudiar y trabajar.
Su padre se marchó cuando la menor de sus hermanos nació.  Su madre quedó sola manteniendo a sus hijos a duras penas.
Gonzalo, apenas sale de clases, va a su casa, come algo y corre a su trabajo.  El único trabajo que pudo encontrar fue de pulidor de mármol en una empresa que hace lápidas para funerarias.
Su mundo ya es bastante oscuro para hacer ese trabajo, pero hay que llevar dinero a casa.
Un día tropieza con una chica que lleva un paquete algo incómodo, al parecer.  Y ese paquete vuela por el aire y cae con un estrepitoso ruido.
Gonzalo se abalanza a cogerlo, pero ya es tarde.Sabe que se le viene encima una tragedia.  
La chica se tapa la boca ahogando un grito y mira horrorizada a Gonzalo y luego se agacha hacia el paquete.  Saca el papel de regalo que lo cubre y  se queda mirando, hipnotizada, el fino reloj, regalo para su padre.  El tiempo se detiene mientras ella mira el desastre.  Y Gonzalo la mira a ella.  No sabe qué decir, un "lo siento" no sirve; un "lo pagaré" no es posible, ese reloj debe ser extremadamente caro.
Sofía sale de su estupor y mira a Gonzalo.  Al ver su cara no sabe qué hacer, si enfurecerse, si llorar, si huir sin decir nada.  Pero no, algo tiene que decir, el tiempo se ha detenido y tiene que volver a la realidad.  Pero ¿qué realidad?  El costoso reloj que mandó a hacer tanto tiempo atrás especialmente para su padre ya no existe.
La cara de Gonzalo es de pánico.  Ella nota su rigidez y se imagina por qué.  El dinero, eso es, él sabe que era caro y que le costaría un año de trabajo pagarlo.
Todos los sueños de Gonzalo están en el suelo, en diminutos trozos de vidrio.  ¿Qué le dirá a mamá, a sus hermanos?  Tendrá que guardar sus sueños en una cajita de madera, todo el futuro que pensaba construir.
Mira a Sofía y se da cuenta de las diferencias:  ella con ropa de marca, peinado de peluquería, uñas perfectas; y, después, sólo después, la mira a los ojos.  Ella lo ha observado todo el tiempo.  Se debate entre cosas que no entiende.  El reloj pierde importacia.  Todo desaparece, sólo están ellos, pupila con pupila, en un día en que el destino se presentó y Sofía y Gonzalo no pudieron evitarlo.
A veces tropezamos con la pasión, y si no la reconocemos, el mundo se vuelve inútil.
Maru - agosto 2012

6 comentarios:

  1. hola Maru,
    qué historia tan impresionante, si parece que están hechos el uno para el otro. Como se suele decir: Dios los cría y ellos se juntan



    un abrazo fuerte^^

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  2. Maru, me encanó. Tus historias son conmovedoras. Bsss.
    Marta
    uenos Aires Argentina

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  3. un simple reloj, uff es una gran historia besos

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  4. Me ha gustado mucho, un día de éstos tienes que escribir el desenlace :)
    Besos

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  5. Hola Maru, ya tenia un buen sin pasar a saludarte, tu blog esta quedando bello, besos...

    Aunque no aparezca muy seguido,,, recuerda que ya tienes un lugar en mi corazón...
    Chiapas...

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El alma se alimenta de palabras, y tus palabras son muy importantes para mí. Déjame algunas y seré muy feliz.