Lo recuerdo porque me he dado cuenta de que últimamente me siento dividida.
Siempre he sido una persona curiosa, ávida de conocimientos, de descubrimientos, necesitada de escribir, de dejar fluir mi imaginación plasmando escritos que me surgen en la cabeza.
Pero de un tiempo acá todo eso ha cesado. Aparte de seguir de ávida lectora, nada suele interesarme mucho. Ya no veo las noticias, porque las degradaciones de este mundo de avergüenzan y me aterrorizan. No quiero ya prender la tele para saber cuántos asaltos, atracos, robos o asesinatos se han cometido. Tampoco quiero saber cuántos decapitados lleva ISIS, ni cuántos femicidios llevamos este año. De política ni hablemos. Tampoco me interesan los deportes, qué digo, el fútbol, porque es de lo único que se habla en la tele, como si el resto no existiera.
Y qué decir de la farándula y los escándalos de los que se creen famosillos y de los que muchos yo no he escuchado en mi vida.
Hasta en la música estoy atrasada. Ya no conozco las nuevas bandas; a veces escucho canciones que me gustan, pero ni idea de quién las canta.
Y es que he dividido mi yo en dos: mi yo cotidiano, el que lee, borda, atiende su casa, su marido y su mascota. La que pone lavadoras, secadoras y que no plancha si puede evitarlo, por mi otro yo que vive en otro mundo donde no se mueve ni una hoja, donde todo fluye y resbala, donde el pensamiento le gana a la acción y desgrana cosas que mi otro yo ni siquiera piensa.
No me juzgo, no sé si está bien o mal, no sé si peco de algo. La verdad, ni eso me importa.
He ahí la frase precisa "nada me importa", fuera de mi día a día, mi familia, mis amigos y mi salud.
Creo que me identifico con Jaime Sabines quien escribió:
"Aquí no pasa nada;
mejor dicho, pasan tantas cosas juntas
al mismo tiempo que es mejor decir
que no pasa nada".
Pero aclaro: al decir que nada me importa, no es que las personas no me importen, no, ellas, ustedes me importan mucho, porque son lo único cierto, certero y palpable de este mundo. Que, aunque hacemos mucho daño, también hay quienes se dan el tiempo de preocuparse por los demás, de hacer el bien y de leer las eculubraciones de una bipolar como yo.
Cariños
Maru