Puedes creer que no eres importante en este mundo.
Pero alguien bebe café cada mañana en la taza que le regalaste.
Alguien escuchó una canción que le hizo pensar en ti.
Alguien recordó tu broma y sonrió.
Jamás pienses que no influyes en nada,
seguro has dejado tu huella en alguien.
Pero alguien bebe café cada mañana en la taza que le regalaste.
Alguien escuchó una canción que le hizo pensar en ti.
Alguien recordó tu broma y sonrió.
Jamás pienses que no influyes en nada,
seguro has dejado tu huella en alguien.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarBonito texto. Muy consolador. Un beso
ResponderBorrarQue bonito, es para enmarcarlo y creérselo. Un abrazo
ResponderBorrarAsí es Maru. Todos somos absolutamente únicos y, necesitamos a los demás y nos necesitan. Todos somos maravillosos.
ResponderBorrarAbrazos
Es una gran verdad, pero aunque uno no dejara huella no por ello deja de ser especial. Gracias por recordásnolo
ResponderBorrarLlevas razón, creo que en la vida de alguien somos imprescindibles, o eso pienso.
ResponderBorrarBesitos
mucha razón en tus palabras
ResponderBorrarsaludos
Hola, Maru.
ResponderBorrarMe ha gustado tu poema, tan sugerente.
De veras sería estupendo que alguien que nos importa, sintiera con cariño nuestro recuerdo.
Buen otoño.
Profunda reflexion estamos en este mundo y dejamos una huella. Te mando un beso.https://enamoradadelasletras.blogspot.com/
ResponderBorrarPienso como tu Maru, y me hace feliz que alguien piense en mi.
ResponderBorrarBesos.
La huella y los derrumbes son proporcionalmente equitativos
ResponderBorrarBuena semana☺️💐
Gracias por ser como eres mi chilena Guapa
ResponderBorrarHola Maru. Me encantó esta reflexión. Supongo que es tuya y, siendo así, quisiera difundirla a mis contactos, pero necesito tu nombre verdadero y completo. Ya sabes, es así como debe ser.
ResponderBorrarPublico como Maru, mi nombre es muy largo. Me alegro que te guste.
BorrarTe dejo un gran abrazo Maru. Es necesario reflexionar sobre todo en estos momentos de tanta incertidumbre.
ResponderBorrarAbrazos
Supongo que así es pero no sé a quién ni cómo...
ResponderBorrarBesos.
Hola Maru, me encanta tu entrada. Lo enmarcaría, francamente.
ResponderBorrarEspero que sigas bien.
Un besote.
ResponderBorrarJUEVES, JULIO 08, 2021
Nos negamos a asumir nuestra responsabilidad. Somos incapaces de reconocer los errores que cometemos, desde los más leves hasta los graves. Siempre hay alguien a quien puedes echar la culpa de tus desfases. Si caemos es porque alguien nos empujó, fallamos porque alguien nos engañó, si fracasamos es sin duda una injusticia y, por supuesto, si algo hicimos mal, fue sin querer, pero nunca, nunca, es culpa nuestra. Somos expertos en poner excusas y retorcer la lógica para mantener a salvo nuestra conciencia. “Deberían habérnoslo prohibido”, “alguien tendría que controlarlo”, “nadie nos dijo que no podíamos hacerlo”, repetimos a modo de justificación, como si no fuésemos capaces de decidir por nosotros mismos lo que está bien, mal o regular. Es la mentalidad que impera en esta sociedad infantilizada que se niega a tomar sus propias decisiones y asumir las consecuencias de sus actos. Necesitamos que nos impongan normas para poder quejarnos de ellas, y si no lo hacen lamentarnos de su permisividad. Incluso cuando existen, forzamos las reglas hasta el límite y nos jactamos de burlarlas sin reparo, despreciando a quien las cumple. Basta con que nos lo prohíban para que nos apetezca aquello que nunca nos interesó, y si intentan obligarnos nos negamos a hacerlo en pos de nuestra sagrada libertad. Que puedas hacer algo no quiere decir que tengas que hacerlo. Tú mismo debes calcular los riesgos y elegir la opción que consideres correcta, renunciando a cosas que podrían proporcionarte una rápida satisfacción pero también dejarte unas secuelas indeseables. Todo se reduce a una decisión personal. En algún momento tienes que dejar de mirar hacia otro lado y admitir que te has equivocado y reconocer sin enojo que nadie tiene la culpa de verte caer
Me gusta pensar que dejo huella en mi familia, y ellos me lo confirman cuando como ayer me dijo mi nieta, abuelo, mi hermano es igual de tranquilo que tu, vamos, que ha salido a ti; o cuando mis hijos hablan sobre las cosas en que se parecen a su padre o a su madre, etc.
ResponderBorrarPero todo esto no me hace más importante, si no más feliz.
Un fuerte abrazo, amiga ugenia.