jueves, 7 de marzo de 2013

Jaibas...

Cuando yo era niña y venía de vacaciones a Valdivia, íbamos a una playa que se llama Los Molinos y era típico que vendían jaibas.  Uno esperaba que llegaran los botes que las traían  recién sacadas del mar. Y habían unos tablones como mesa, largos me acuerdo y unas bancas para sentarse, todo muy rústico.  Y había alguien con unas ollas bien grandes con agua hirviendo y las iban cociendo (pobrecitas) y uno las compraba, se instalaba en el tablón y le pasaban una gran piedra.  Y uno se podía comer todas las que pudiera comer y comprar.
Eso ya desapareció hace mucho, pero el domingo Robin me llevò a esa playa para que respirara aire marino para mis pulmones un tanto enfermitos, y encontramos un puesto donde ¡vendían jaibas vivas!, ya no tablones ni cocidas ni piedras, uno se las lleva a su casa, las cuece y se las come.  Y bueno, la tentación fue grande y compramos cuatro.
Y las cocimos y parados en la cocina en una tabla, igual de rústico que antes, con un martillo (no tenemos esas pinzas especiales), nos dimos un atracón de jaibas.  Mmmm, què recuerdos y què ricura.  Habíamos comido, pero envasadas, la pura carne, rica igual, con mayonesa, ñam ñam.  Pero tuvo su encanto especial comerlas así, a la antigua.
Ahora, a los mejillones gigantes, se suman las jaibas.  Qué ricooooo.
¿Les gustan?
Maru
A martillazo limpio, jaja



1 comentario:

El alma se alimenta de palabras, y tus palabras son muy importantes para mí. Déjame algunas y seré muy feliz.