Después de mucho tiempo voy a Santiago a ver a mis hijas y mi familia. Pasó mucho tiempo y ya echaba de menos así que allá voyyyyyy.
Nos vemos a la vuelta. No me olviden.
Saludos
Maru
domingo, 21 de octubre de 2012
martes, 16 de octubre de 2012
ELLA....
ELLA
Ella no tiene nombre. O tiene el nombre que le quieran poner. No la ven como a una mujer que tiene madre, padre, hermanos, primos, sobrinos, etc. Sólo es un objeto que se usa y se desecha.
Pero nadie sabe las circunstancias que la llevaron a ese camino, el peor de todos, el más indigno, el más peligroso también.
Pero hubo un día en que era "normal", iba al colegio, era buena hija, tenía muchos amigos, salía a fiestas. Tal vez ahí estuvo el mal esperándola.
De unos cuantos tragos pasó a fumarse unos "inofensivos porros" y, luego, cuando estaba un poco en el limbro, alguien, un buen amigo sin duda, le dio algo más. Algo blanco, "vamos, si no pasa nada y te sentirás increíble". Y la probó. Y eso blanco extendió su garra, se apoderó de ella y no la soltó nunca más.
Desde ahí todo cambió. Al principio lo disimuló, trató de dejarla pero no pudo, los tentáculos eran más fuertes y se habían adueñado de su voluntad.
Empezó a sacar pequeñas cosas de su casa para venderlas y tener un poco de dinero para comprar. Luego no bastó con eso; abrió la cartera de su mamá y le sacó dinero. Después vendió su ropa, su computador, sus discos, todo lo que pudo robar de su casa, y hasta su alma.
Ahora vaga por las calles, haciendo cualquier cosa por conseguir su dosis. El problema es que con esa dosis no basta, no, necesita muchas para soportar vivir el día.
Por ello hace cualquier cosa, vende su cuerpo por algunas monedas que le den para comprar una dosis.
Su familia ha tratado de todo por sacarla de ese mundo, pero no hay caso. Hablaron de una clínica de rehabilitación, ya verían cómo la pagarían. Pero el director les dijo que mientras ella no toque fondo y se dé cuenta de que no quiere, que no debe seguir así, no la pueden llevar a la fuerza.
Una familia destrozada, unos padres que se preguntan ¿qué hicimos mal?. Estigma, miradas furtivas, bromas pesadas a sus hermanos.
Ella no lo sabe. Ella está ocupada recorriendo las calles para conseguir su dosis, cambiarla por sexo o venderse por cualquier precio.
Ella se llama Erika.
Maru-octubre 2012
miércoles, 10 de octubre de 2012
Laura
Esto lo escribí para un concurso del Metro, Santiago en 100 palabras; no gané nada, ni siquiera una mención honrosa en un boleto, jejee, pero a mí me encanta. Además, tiene su historia.
Tal vez en otra vida....
Laura va en la micro; mira por la ventana lo mil veces visto... sin pensarlo mira hacia los pasajeros y lo ve..., su corazón da un vuelco... más de un año; los recuerdos se agolpan, no puede ser... se miran fijo, se encuentran, se tocan, se abrazan, besan... no quiero soltarte... tengo que bajarme. Gonzalo toma la mano de Laura, la lleva a su corazón... “aquí nada ha cambiado”. Lo mira, sonríe, “tal vez en otra vida”.. se baja.. nadie en la micro supo lo que ocurrió en ese instante mágico... la ciudad es la misma, Santiago no se inmuta.
Eugenia
viernes, 5 de octubre de 2012
Diego...
Diego se pregunta qué se hace en estos casos. Nunca le había pasado. Formó una familia, no basada en el amor, es cierto, pero ya lleva muchos años de matrimonio, tiene dos hijos y su vida ha sido bastante rutinaria.
A veces logra quedarse a jugar fútbol con sus compañeros después del trabajo. Eso, cuando ella no le hace algún escándalo. Eso lo tiene bastante amargado, siempre pensando lo peor, siempre sospechando, siempre celándolo.
Pero un día, todo cambia; ve en la calle a una mujer que lo deja sin aliento. Va por su mismo camino. Tal vez trabaja cerca de su oficina. No sabe qué le pasó, se encandiló con ella.
Todos los días trata de coincidir con ella. Sólo para mirarla, aunque sea de lejos. No se decide a seguirla; es muy tímido y podría ser un momento incómodo.
Pasan unos días y no puede dejar de pensar en ella ¿qué hace? ¿dónde vive? ¿es casada?
Empieza a distraerse, en su trabajo y en su casa, a veces se queda con la mirada perdida, pensando en ella.
No se atreve a abordarla para conocerla, pero se muere de ganas de mirarla de cerca, de ver su cara, sus gestos, sus ojos, su sonrisa.
Cada día es más frecuente soñar despierto.
Su esposa se da cuenta de que algo ha cambiado. Lo interroga, lo cela, le grita que si tiene otra se vaya; lo sigue, pero nunca lo pilla en nada, porque él nada hace, sólo añora a una mujer que no conoce, pero que no se va de su cabeza, de sus sueños, de su alma.
Diego no entiende, nunca le había pasado y no sabe qué hacer.
Pero, ¿qué se hace en esos casos? Diego quisiera saberlo y saberlo ya, antes de volverse loco.
Maru
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