Una mano danza suavemente, se eleva al aire con estilo.
Se eleva y atrapa vida entre sus tejidos, rejuvenece y empieza a verse un poco mejor.
Nadie se eleva como ella, se deja caer.
Cae como catarata a través del vacío,
se detiene en el silencio y gira hasta atravesar las barreras de lo mortal.
Ahora ella pertenece a una nueva dimensión.
No requiere concentración ni movimiento,
nada más sencillo y bello que la mano que danza sin motivo,
y saluda al extraño entregándose.
Maru
Manos para saludar y para acariciar, siempre son buenas, mejor todavía de una mano danzando suavemente.
ResponderBorrarUn beso, Maru