martes, 13 de diciembre de 2022

jueves, 1 de diciembre de 2022

Y llegaron los extraterrestres

Era un día normal, con mucho sol, cosa extraña por aquí, y fui a dar un paseo con mi perrita Pelusa, para que jugara un poco.

Fuimos a una plaza cercana recién hecha, linda, mucho pasto verde, bancos para sentarse, etc.

Pelusa jugaba ajena a su dueña que trataba de esquivar el sol.   

Y de repente, algo pasó.   Algo extraño, pero lo más extraño, es que al parecer sólo yo lo vi.

Una nave nodriza apareció sobre mi cabeza, enorme, como son las naves nodrizas.  No, no salieron mininaves bombardeando al mundo ni nada.  Había mucha gente circulando porque era día de feria, pero nadie se percató de que yo estaba siendo visitada por una nave.  Estaba recuperándome del asombro (cerrando la boca, en realidad) cuando se abre una puerta y empiezan a salir unos ¿humanoides? pequeños, cabeza grande y ojos enormes.  Por supuesto yo me resistía a creer.  Pensé que había tropezado y caído y estaba inconsciente, que las luces blancas que veía eran del pasillo del hospital, pero no, de repente una voz muy de barítono me preguntó si quiero irme con ellos.  ¿Admiten animales? pregunté.  NO, no puede ir, dijo volviéndose hacia Pelusa.   Entonces no, gracias, dije.  Lo extraño es que no estaba asustada, veía a la gente pasar como si nada, era mi pequeño universo el que estaba siendo invadido y nadie notaba nada.   No insistió, sólo me preguntó si me podía sacar una foto para justificar su venida a este mundo.  ¡Claro!  qué mal haría una foto.  Tal vez allá de donde vengan también tienen revistas de papel couché, o Facebook, Instagram o alguna parte donde me haría famosa como la terrícola que no quiso ir con ellos.

Me puse en pose, no puedo decir la mejor pose porque no tengo mejor  pose, pero igual me cegó su flash.   ¿Puedo tener una copia de la foto? pregunté (no todos los días te saca una foto un extraterrestre).  En tu casa estará cuando llegues me dijo.  ¿Allanamiento de morada?  en fin, lo dejé pasar, no creo que quisieran robar algo en mi casa, nada valioso hay allí. 

Y así, sin despedirse, subió por el aire y entró en la nave nodriza que como una estrella fugaz desapareció en el aire.   

Fui apurada a casa, llevando a Pelusa en brazos, no fuera que volvieran a buscarme y la dejaran sola, y cuando llegué no había cerradura forzada, todo estaba igual, salvo... sobre la mesa estaba la foto que me tomó el extraterrestre con una nota:  "Bienvenida al universo Kaliyi ".




miércoles, 21 de septiembre de 2022

jueves, 1 de septiembre de 2022

INDIFERENCIA


Me urgía encontrar trabajo.  No era fácil, joven, pero poca experiencia.  Había trabajado aquí y allá y hubo largos períodos de cesantía.

Al fin conseguí una entrevista en un prestigioso estudio de arquitectos.  Preparé mis bocetos, planos y mi poca experiencia en una ordenada carpeta.  Según yo, no debería irme mal, pues no pedían experiencia previa.  Era un estudio joven, aunque en poco tiempo se había hecho un nombre en el mundo de la arquitectura.

El día llegó y yo, con mi mejor traje, llegué diez minutos antes.  Pasados veinte minutos, la secretaria me hizo pasar a una oficina.  Abrió tan rápido la puerta que no alcancé a leer el nombre en la placa.  Sentada a un escritorio estaba una mujer joven, parecía más joven que yo.  Estaba mirando mi currículum y apenas levantó la vista para indicarme una silla donde sentarme.

No me sentí muy cómodo, algo me decía que no me iría bien.  Sin levantar la mirada me resumió el trabajo del estudio y lo que se esperaba del candidato al que contrataran. Le tendí mi flamante carpeta y la miró pero no la abrió, la dejó a un lado y puso mi currículum encima.

Siguió viendo unos papeles y de repente se dio cuenta de que yo seguía ahí;  me dijo que estaban entrevistando a otras personas y que me avisarían en caso de sí o de no.  Y sin más palabras, me despidió al tomar el teléfono.

Me fui algo frustrado, no me hizo ninguna pregunta, en realidad, casi no me miró.  ¿Cómo elegiría a  la persona para el puesto?

En fin, con el ánimo por el suelo, me fui con la sensación de haber perdido otra batalla.

Di un par de vueltas para calmarme, y decidí almorzar en un café restaurante pequeño que encontré después de caminar un tramo.

Entré y me senté al fondo, no quería encontrarme con nadie conocido, quería ser invisible en ese momento.  Además, desde allí podía entretenerme mirando a los comensales .  Era hora de colación, así que empezaron a llegar grupitos a sentarse en diferentes partes.  Y entonces la vi; la mujer que me había entrevistado.  Entró conversando y riendo con tres compañeros.

Tomaron asiento en una mesa cercana.  Me vio, estoy seguro, un segundo su mirada se detuvo en mí y siguió hablando con sus compañeros mientras tomaba asiento.  Quedó a mi vista, pero en ningún momento miró hacia donde estaba yo.

Me sentí mal, no sabía por qué.  Había estado en la oficina de esa mujer por lo menos diez minutos y era como si nunca me hubiera visto.

Recordé que casi no me miró, que nunca pronunció mi nombre, ni tampoco se presentó.

Y ahí estaba, compartiendo un ameno almuerzo con sus colegas, hablando y riendo como se hace con los conocidos.

Y ahí lo supe .  Lo que me había frustrado y me había hecho poner hasta mal genio. 

Su indiferencia.  Sí, esa indiferencia con la que me trató toda la entrevista e incluso ahora.

Eso definitivamente echó a perder mi día.  

Nunca supe quién era realmente, pues a los pocos días recibí un correo diciéndome que no había sido elegido.  Otra frustración.  

No dejo de pensar qué hubiera pasado si me hubieran dado el trabajo y tuviera que verla todos los días.

¿Me vería? ¿Se aprendería mi nombre? ¿Tendría que trabajar con ella?  

En fin, me quedé sin respuestas; sólo con su indiferencia y sin trabajo.


domingo, 24 de julio de 2022

Oscuridad

 


Una ciudad no se hace en un día.  Pero sí se puede destruir en un día.  Basta un incendio, una lluvia persistente y torrencial junto con una salida de río. Tal vez un apagón.  Millones de personas sin luz, sin Internet, sin comunicación, sin teléfonos ni celulares.  Sin televisión.  Tal vez eso sería lo que destruiría la ciudad.  

El hombre, desprovisto de sus más grandes adicciones, se convertiría en un ser maligno, saldría en las sombras a mitigar su ira.  Destruiría todo a su paso, robaría, saquearía, violaría, cobraría venganza por los agravios que hubo sufrido, verdaderos o imaginarios.

Las familias tendrían que hablarse, y saldrían a la superficie la ira, la rabia, la incomprensión, los celos, los temores y los más oscuros pensamientos, y, así, también el pilar de la vida se destruiría.

¿Y qué vendría después?  No lo sé y no lo quiero saber.


sábado, 9 de julio de 2022

ABUELA, ¿CÓMO SE AFRONTA EL DOLOR?




"Con las manos, cariño. Si lo haces con la mente, en lugar de aliviar el dolor, éste se endurece aún más".
"¿Con las manos abuela?"
"Sí. Nuestras manos son las antenas de nuestra alma. Si las mueves tejiendo, cocinando, pintando, jugando o hundiéndolas en la tierra, envías señales de cuidado a la parte más profunda de ti. Y tu alma se ilumina, porque le estás prestando atención. Entonces las señales del dolor ya no serán necesarias".
"¿Las manos son realmente tan importantes?"
"Sí, hija mía. Piensa en los bebés: comienzan a conocer el mundo gracias al toque de sus pequeñas manos. Si miras las manos de los viejos, te cuentan más sobre su vida que cualquier otra parte del cuerpo. Todo lo que se hace a mano, se dice que está hecho con el corazón. Porque es realmente así: las manos y el corazón están conectados. Los masajistas lo saben bien: cuando tocan el cuerpo de otra persona con sus manos, crean una conexión profunda. Es precisamente a partir de esta conexión que llega la curación. Piensa en los amantes: cuando se tocan las manos, hacen el amor de una manera más sublime".
"Mis manos abuela... ¡cuánto tiempo no las he usado así!"
"Muévelas, mi amor, comienza a crear con ellas y todo dentro de ti se moverá. El dolor no pasará. Y en cambio lo que hagas con ellas, se convertirá en la obra maestra más hermosa. Y ya no dolerá más. Porque habrás sido capaz de transformar su esencia".

jueves, 9 de junio de 2022

¿Sabías?

 ¿Sabías que la lombriz no tiene ojos, no tiene oídos, no tiene dientes, pero tiene 10 corazones?

De ahí el dicho "soy feliz como una lombriz"




Maru

sábado, 4 de junio de 2022

A veces no se puede viejo, no se puede


Uno tiene que curarse primero. Te andan obligando a disfrutar el momento, a soltar lo que te hace mal, a dejarte fluir con las circunstancias y a entregarle todo al Universo para que suceda lo que convenga. Uno primero tiene que curarse. Dejen de mentirle a la gente rota que todos sabemos que a nadie deja de sangrarle la herida por poner las patas en el agua y acariciar al perro mientras se les agradece la existencia a las tostadas que comemos todas las mañanas. La gente pide magia para que no duela y entonces se lo cree, y después los ves por ahí sintiendo culpa por no tener los huevos necesarios para salir a bailar y reírse a carcajadas mientras acaba de enterrar en el medio del pecho al amor de su vida. Termínenla. La gente rota guarda pedazos de vida que necesita sanar. Necesitan abrazos que se acomoden como mantas capaces de apretarles bien los cuerpos hasta que dejen de supurar. Tienen que dejar de supurar. Tienen que sanar. Están lastimados, no son tontos. No necesitan escuchar lo que hace rato están tratando de hacer y no pueden. A veces no se puede viejo, no se puede. Es que la vida a veces duele. Duele. La pérdidas, los desengaños, los desencuentros, los abandonos, las decepciones, los sueños frustrados, las promesas incumplidas... Duele. Todo eso duele. Entonces antes de meter las patas en el agua y sacarse una selfie acariciando al perro, tienen que sanar. Y para sanar hay que saber frenar. Mirar lo que nos sacudió el cuerpo y el alma y frenar. Frenar para ver, para entender, para reconstruir y también muchas veces para terminar de destruir. Córtenla con esas pelotudeces de que el que no se anima no es valiente, agitando esa pseudo libertad que se supone hay que poner en marcha porque mañana puede ser que se termine el cuento. Dejen de molestar a la gente que está haciendo su duelo, que se está encontrando con su pena, con su soledad y sus vacíos. Respeten. No sean mentirosos. Todos sabemos que a veces simplemente no se puede. No se puede. Esa gente se está sanando. Se está enfrentando a sus fantasmas y a sus tormentas porque para poder salir a bailar con la música a todo lo que da, primero hay que saber curarse. Eso es la vida. Asumirlo es el paso necesario para poder pararse cuando se pueda y como se pueda. No apuren a la gente. Dejen que se curen, carajo, Y después quizá sí. Con menos dolor, con la herida ya sanada y con el cuerpo mas liviano, que pongan las patas donde las quieran poner , que cumplan esa cuenta pendiente por hacer, que llamen a quien tengan que llamar, perdonar a quien no pudieron perdonar y que si se les canta el culo le agradezcan al Universo y a las tostadas por todo lo que les da. Pero dejen que la gente se sane . Dejen que se curen, carajo.


Lorena Pronsky

viernes, 27 de mayo de 2022

Mi "lápiz"

 



De repente mi "lápiz" se bota en huelga , se enreda y se niega a derrochar su tinta. Lo respeto, respeto su inmovilidad y su negativa.
Hoy es uno de esos días.


Maru


viernes, 20 de mayo de 2022

Regalo

 


Te dedico la Luna. Mejor no. Ya muchos la han dedicado. Es más, quizás ya te la dedicaron muchas veces y la volviste a aceptar con la misma sonrisa, con la misma ilusión. Pensando que ésta puede ser la definitiva. Y tampoco fue la definitiva. La Luna ha sido regalada muchas veces sin saber. La han prostituido con amores banales que terminan por estúpidas decisiones. No le hagamos eso.

Te regalo una rosa. Mejor no. Ya muchos han regalado rosas.  Es más, quizás ya te regalaron muchas docenas y las aceptaste con ese usual brillo en tus ojos, con esa ilusión que tanto te caracteriza. Quizás las colgaste boca abajo en tu closet intentando conservarlas, pero al igual que todas las otras rosas, terminaron en el mismo basurero municipal siendo nada más que polvo.

Te regalo un peluche. Mejor no. Ya muchos han regalado. Es más, quizás ahora yo utilizo de almohada ese peluche que otro te había obsequiado. Siempre terminan llenos de polvo y deshechos por el azar y tus tempestades. Puede ser que le hayas derramado lágrimas de varios viejos amores. Terminan siendo la representación miserable de un amor que no duró ni trascendió. El recuerdo insensato y constante de otro de tus fracasos.

Te regalo un perfume. Mejor no. Ya muchos han regalado. Es más, ese mismo aroma te servirá para ir después por la vida. Lo olerán muchos, y les gustará a muchos otros. Acercarás a muchos a través de tu aroma y estaré de regreso en tus pensamientos, aun cuando no debería. Si no te tengo conmigo, tampoco quiero estar en tus pensamientos. No me interesa estarlo y tampoco quiero que mi recuerdo te persiga.

Por eso, te regalo este poema que será sólo tuyo. Prometo no volverlo a regalarlo.


(Desconozco el autor)

lunes, 16 de mayo de 2022

Miedo

El miedo es una boa que se enrolla en tu cuello  y no te suelta.  Sientes cómo te comprime la garganta, el pecho, no te deja respirar y luchas para que el aire entre a tus pulmones.  El corazón se desboca.  Es un momento aterrador.

Luego, de a poco, sientes que te empieza a soltar.  Luego empiezas a preguntarte por qué, de qué y a dónde va ese miedo.

Sientes que te va abandonando, que la boa te va soltando y por fin puedes respirar.

La cabeza deja de dar vueltas, tu cara toma color de nuevo y sabes que lo has logrado;  una vez más.


Maru


jueves, 28 de abril de 2022

Ausencia

 


Tocarás mi ausencia,
olerás mis caricias,

verás el deseo antes de dormir
y sentirás mis alas al amanecer.


miércoles, 20 de abril de 2022

Nunca, nunca

 Nos negamos a asumir nuestra responsabilidad. Somos incapaces de reconocer los errores que cometemos, desde los más leves hasta los graves. Siempre hay alguien a quien puedes echar la culpa de tus desfases. Si caemos es porque alguien nos empujó, fallamos porque alguien nos engañó, si fracasamos es sin duda una injusticia y, por supuesto, si algo hicimos mal, fue sin querer, pero nunca, nunca, es culpa nuestra. Somos expertos en poner excusas y retorcer la lógica para mantener a salvo nuestra conciencia. “Deberían habérnoslo prohibido”, “alguien tendría que controlarlo”, “nadie nos dijo que no podíamos hacerlo”, repetimos a modo de justificación, como si no fuésemos capaces de decidir por nosotros mismos lo que está bien, mal o regular. Es la mentalidad que impera en esta sociedad infantilizada que se niega a tomar sus propias decisiones y asumir las consecuencias de sus actos. Necesitamos que nos impongan normas para poder quejarnos de ellas, y si no lo hacen, lamentarnos de su permisividad. Incluso cuando existen, forzamos las reglas hasta el límite y nos jactamos de burlarlas sin reparo, despreciando a quien las cumple. Basta con que nos lo prohíban para que nos apetezca aquello que nunca nos interesó, y si intentan obligarnos nos negamos a hacerlo en pos de nuestra sagrada libertad. Que puedas hacer algo no quiere decir que tengas que hacerlo. Tú mismo debes calcular los riesgos y elegir la opción que consideres correcta, renunciando a cosas que podrían proporcionarte una rápida satisfacción pero también dejarte unas secuelas indeseables. Todo se reduce a una decisión personal. En algún momento tienes que dejar de mirar hacia otro lado y admitir que te has equivocado y reconocer sin enojo que nadie tiene la culpa de verte caer.


DEJEN DE PROHIBIR TANTO, QUE NO ALCANZO A DESOBEDECER TODO


domingo, 10 de abril de 2022

Otoño

 "Abril, el mes de la cosecha... el verano ha concluido y ha llegado el otoño"  (Cyinthia Wickham)


La canción de abril es una cadencia de dos piezas en la que la alegre serenata veraniega concluye para dar inicio a una melodía más grave.  Durante cuatro meses, hemos arado y sembrado en nuestras vidas las conmovedoras semillas de la gratitud, la simplicidad, el orden y la armonía.  Ahora, una auténtica cosecha de felicidad está lista para su recolección y el quinto principio del encanto de la vida simple  -la belleza- nos exhorta a participar de su exuberancia.  Disponte a recoger la abundante cosecha que el amor ha sembrado.


Sarah Ban Breathnach  -  El encanto de la vida simple

martes, 1 de marzo de 2022

Callejón

Me encuentro en un saco de lona

No sé cómo llegué ahí

tengo la cara y las manos moradas

¿estoy muerta?

Tengo marcas en el cuello

¡me estrangularon!

miro el callejón y descubro

que estoy cerca de un contenedor de basura

Un gato escarba

¿acaso él me sacó del contenedor?

Lo miro, es negro,

pero no tiene cara de asesino

Tal fui yo ¡tal vez fui yo!

Pienso mientras mi cara

cambia lentamente de color.

2010 

viernes, 25 de febrero de 2022

Gracias

Hola a  todos.  Agradezco sus mensajes y sus buenos deseos.  He estado bien, mejor al menos.  No he tenido crisis, sólo esa sensación de que en cualquier minuto puede pasar.  Pero ahora tengo más herramientas para enfrentarlo.

El bicho nos visitó y nos contagiamos Robin y yo.  No nos dio fuerte, gracias a que tenemos las tres vacunas y esperando la cuarta.  Yo estuve en una residencia sanitaria 5 días por problemas respiratorios, pero ahora estoy bien.  Perdí el olfato, que ya estoy recuperando, y eso sí, mucho cansancio, dicen que es una de las secuelas.   Pero no pasó más allá, gracias a Dios.

Robin ha estado más de un mes en casa porque no ha podido viajar por haberse contagiado, ahora ya se va el miércoles y volver a acostumbrarme a estar sola.   Pero me siento más fuerte.

Sigamos cuidándonos, este bicharraco no quiere irse parece.

La buena noticia es que a mi hija le dieron la residencia noruega, así que ahora tiene derechos y podrá trabajar, y salir de Noruega.  

Ahora, lamentando la situación en Ucrania, esperando que prime la cordura.  Ojalá así sea.

Les saludo con cariño a cada uno.



jueves, 3 de febrero de 2022

Volviendo

¡Hola!  Me conformo con que alguno se haya preguntado qué fue de mí.  Y bueno, algo pasó, nunca estoy libre de que me pase algo y les cuento.

En mayo mi esposo se fue a trabajar muy al norte del país, a una minera, en un turno de 14 días trabajados y 14 libres.  Y para mí fue muy fuerte, no pude acostumbrarme a estar sola 14 días, y eso, más unos ajustes en mis medicamentos me produjo crisis de pánico y de ansiedad.   No les cuento lo terrible que fue, sentirse morir todos los días, no poder llevar la vida normal, pánico a estar sola, pánico a salir, a hablar por teléfono, pánico a todo, no poder comer normal.  Exceso de futuro, pensar en todas las cosas malas que podrían suceder.

Me puse en manos de una psicóloga y de un psiquiatra, estoy con terapia y con medicamentos.  Estoy mejor, no totalmente, pero ahora puedo vivir mejor, vivo con ansiedad, pero ya no me dan crisis.   

Yo sé que a todos en algún momento nos da ansiedad y que es un mecanismo de defensa que tiene nuestro organismo frente a cosas que nos cuesta afrontar, cosas no resueltas, estrés, etc.  Pero estar meses y meses sumida en ese infierno no se lo doy a nadie.

Bajé tanto de peso y tenía tan mala cara,  que mi familia se asustó mucho y mi hermana me llevó a su casa en Santiago para cuidarme y que no esté sola.  He logrado subir de peso, y estar mejor.  El psiquiatra me dice que puedo estar años con ansiedad, que en cualquier momento me puede dar una crisis, pero he aprendido a manejarlas mejor, con ejercicios de respiración y terapia.

Y bueno, aquí sigo, con el pecho saltarín, con una serpiente enrollada en el cuello que no me deja respirar bien, durmiendo poco y despertando con ansiedad, pensando demasiado y tratando de manejarlo lo mejor posible.  

Espero seguir mejorando y si me tengo que acostumbrar a vivir con ese fantasma, espero que me sea leve.

Les dejo un abrazo y gracias por leerme.