Su padre se marchó cuando la menor de sus hermanos nació. Su madre quedó sola manteniendo a sus hijos a duras penas.
Gonzalo, apenas sale de clases, va a su casa, come algo y corre a su trabajo limpiando oficinas, donde se vuelve invisible.
Su mundo ya es bastante oscuro para hacer ese trabajo, pero hay que llevar dinero a casa.
Un día tropieza con una chica que lleva un paquete algo incómodo, al parecer. Y ese paquete vuela por el aire y cae con un estrepitoso ruido.
Gonzalo se abalanza a cogerlo, pero ya es tarde.Sabe que se le viene encima una tragedia.
La chica se tapa la boca ahogando un grito y mira horrorizada a Gonzalo y luego se agacha hacia el paquete. Saca el papel de regalo que lo cubre y se queda mirando, hipnotizada, el fino reloj, regalo para su padre. El tiempo se detiene mientras ella mira el desastre. Y Gonzalo la mira a ella. No sabe qué decir, un "lo siento" no sirve; un "lo pagaré" no es posible, ese reloj debe ser extremadamente caro.
La chica se tapa la boca ahogando un grito y mira horrorizada a Gonzalo y luego se agacha hacia el paquete. Saca el papel de regalo que lo cubre y se queda mirando, hipnotizada, el fino reloj, regalo para su padre. El tiempo se detiene mientras ella mira el desastre. Y Gonzalo la mira a ella. No sabe qué decir, un "lo siento" no sirve; un "lo pagaré" no es posible, ese reloj debe ser extremadamente caro.
Sofía sale de su estupor y mira a Gonzalo. Al ver su cara no sabe qué hacer, si enfurecerse, si llorar, si huir sin decir nada. Pero no, algo tiene que decir, el tiempo se ha detenido y tiene que volver a la realidad. Pero ¿qué realidad? El costoso reloj que mandó a hacer tanto tiempo atrás especialmente para su padre ya no existe.
La cara de Gonzalo es de pánico. Ella nota su rigidez y se imagina por qué. El dinero, eso es, él sabe que era caro y que le costaría un año de trabajo pagarlo.
Todos los sueños de Gonzalo están en el suelo, en diminutos trozos de vidrio. ¿Qué le dirá a mamá, a sus hermanos? Tendrá que guardar sus sueños en una cajita de madera, todo el futuro que pensaba construir.
Mira a Sofía y se da cuenta de las diferencias: ella con ropa de marca, peinado de peluquería, uñas perfectas; y, después, sólo después, la mira a los ojos. Ella lo ha observado todo el tiempo. Se debate entre cosas que no entiende. El reloj pierde importacia. Todo desaparece, sólo están ellos, pupila con pupila, en un día en que el destino se presentó y Sofía y Gonzalo no pudieron evitarlo.
A veces tropezamos con la pasión, y si no la reconocemos, el mundo se vuelve inútil.
Maru - agosto 2012
Saludos
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