miércoles, 20 de abril de 2022

Nunca, nunca

 Nos negamos a asumir nuestra responsabilidad. Somos incapaces de reconocer los errores que cometemos, desde los más leves hasta los graves. Siempre hay alguien a quien puedes echar la culpa de tus desfases. Si caemos es porque alguien nos empujó, fallamos porque alguien nos engañó, si fracasamos es sin duda una injusticia y, por supuesto, si algo hicimos mal, fue sin querer, pero nunca, nunca, es culpa nuestra. Somos expertos en poner excusas y retorcer la lógica para mantener a salvo nuestra conciencia. “Deberían habérnoslo prohibido”, “alguien tendría que controlarlo”, “nadie nos dijo que no podíamos hacerlo”, repetimos a modo de justificación, como si no fuésemos capaces de decidir por nosotros mismos lo que está bien, mal o regular. Es la mentalidad que impera en esta sociedad infantilizada que se niega a tomar sus propias decisiones y asumir las consecuencias de sus actos. Necesitamos que nos impongan normas para poder quejarnos de ellas, y si no lo hacen, lamentarnos de su permisividad. Incluso cuando existen, forzamos las reglas hasta el límite y nos jactamos de burlarlas sin reparo, despreciando a quien las cumple. Basta con que nos lo prohíban para que nos apetezca aquello que nunca nos interesó, y si intentan obligarnos nos negamos a hacerlo en pos de nuestra sagrada libertad. Que puedas hacer algo no quiere decir que tengas que hacerlo. Tú mismo debes calcular los riesgos y elegir la opción que consideres correcta, renunciando a cosas que podrían proporcionarte una rápida satisfacción pero también dejarte unas secuelas indeseables. Todo se reduce a una decisión personal. En algún momento tienes que dejar de mirar hacia otro lado y admitir que te has equivocado y reconocer sin enojo que nadie tiene la culpa de verte caer.


DEJEN DE PROHIBIR TANTO, QUE NO ALCANZO A DESOBEDECER TODO


12 comentarios:

  1. Que tengas un bello dia
    lleno de luz
    sol
    y alegria

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  2. Es cierto, siempre hay alguien o algo a quien echarle la culpa y así no mejoramos pero reconocer el error nos hace parecer torpes y eso no nos gusta. Un abrazo

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  3. La pandemia nos enseñó muchas cosas al respecto, pero como de todas las situaciones, siempre hay gente que no quiere aprender, así seguiremos en esta espiral que acaba en círculo. Un abrazo.

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  4. Verdade, muitas vezes culpamos os outros e os verdadeiros culpados somos nós. Há quem não saiba escutar e isso é um grande obstáculo para que os valores sejam definidos.
    Obrigada pela visita, espero que volte...
    Beijos e abraços
    Marta

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  5. Hola Eugenia, pues rectificar es de sabios, el que no lo hace es que es un imbécil.
    Gracias por tu visita. Te dejo un beso y que la vida te sonría siempre.

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  6. No es fácil darse cuenta de eso. Un beso

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  7. El eslogan final me ha hecho sonreír por su fina ironía, Maru.

    La verdad es que en mi caso no se cumple eso de echarle la culpa a los demás, quizá porque mi vida de niña solitaria y sin familia me hizo hacerme cargo desde muy pequeña de mí misma, y eso hice y tengo tanta práctica que a veces no dejo que nadie se preocupe por mí, y los que me quieren se quejan de que casi nunca les pido ayuda... Eso tampoco está bien.

    Sí, a mí me agobian las personas que se pasan la vida quejándose de todo y echando la culpa a los demás de sus propias decisiones.

    A veces tengo hasta pensamientos salvajes, Maru, y pienso en decirles:

    ... pues desaparece si no te gusta tu vida o ten arrojo y cámbiala. Nadie te está poniendo una pistola al cuello para que elijas lo que eliges, ya eres adulto, deja de quejarte y actúa.

    Un abrazo, cuídate mucho, Maru, que lo que nos toque vivir sea en buenas condiciones o que no sea, ése también es mi lema.

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  8. Firmo todo lo que dices en el post.
    De principio a fin.

    Besos.

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  9. Absolutamente cierto, es que somos los dueños de nuestro destino y sus constructores

    Paz

    Isaac

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  10. Un escrito precioso y cargado de razón!!! Si reconocieramos nuestros errores mejor nos iría.
    Besitos fuertes

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  11. Amiga, Eugenia, estoy al ciento por ciento de acuerdo con tu reflexión, y pienso además, que ese miedo a asumir responsabilidades es innato en el ser humano, por el consiguiente temor a que después tenemos que aceptar las consecuencias, o como también, al miedo de no ser aceptado; cuando, si lo pensamos bien, en la vida cotidiana o en el día a día, estamos continuamente asumiendo responsabilidades, lo que sucede es que no nos paramos a pensar en ello y en sus consecuencias.
    Besos, amiga.

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El alma se alimenta de palabras, y tus palabras son muy importantes para mí. Déjame algunas y seré muy feliz.