María soy, lo confieso
aquella virgen agónica en el deseo
aureola proyectada de tierra
luminosidad quejumbrosa
barrida por el polvo envejecido.
María suelo llamarme
confusa, mañana, noches nuevas
tan común como tantas otras
y esas que esperan a llamarse
María como la suprema mujer
frialdad y movimientos bruscos
abiertamente mojada
entera bajo las órdenes del padre
como aquel que sigue
queriendo la ajena eternidad.
Maru
aquella virgen agónica en el deseo
aureola proyectada de tierra
luminosidad quejumbrosa
barrida por el polvo envejecido.
María suelo llamarme
confusa, mañana, noches nuevas
tan común como tantas otras
y esas que esperan a llamarse
María como la suprema mujer
frialdad y movimientos bruscos
abiertamente mojada
entera bajo las órdenes del padre
como aquel que sigue
queriendo la ajena eternidad.
Maru