Un buen día busqué en mi jardín un objeto perdido, por sorpresa me encontré algo mucho más valioso que lo que perdí...
El símbolo de ser un hada...
Hace muchos años antes de llegar a donde hoy me encuentro, estaba confundida y perdida, ni siquiera sabía muy bien lo que buscaba, tenía mi vida hecha a semejanzas de otras muchas mujeres. Me conformaba con lo que poseía; cuando miro hacia atrás pienso que en el mundo hay tantas parejas que ni siquiera se preguntan el significado del porqué están juntos.
Nos enamoramos (la mayoría cuando somos jóvenes), sin preocuparnos de que hay que compartir toda una existencia unidos y que los años pasan, con el transcurrir del tiempo el físico se degrada, de esa pareja originaria tan sólo nos queda nuestra verdadera identidad.
Soy consciente de que pasé muchos años enganchada a un amor juvenil, hecho a mi manera e idealizado, en el otro lado no había nada, sólo encontraba el vacío, conservando lo que me construí, un castillo de estrellas, una urna de cristal, era un amor tan solo mío, forjado a mi manera, sin tener con quién compartir deseos, ilusiones y fantasías.
Durante tantos años me resigné con lo que asumía, intuía que algo no marchaba, en esos años nunca tiré la toalla.
En tiempos atrás, casarse era para toda la vida, aun siendo a costa de uno mismo sin pedir o exigir nada.
Siempre mantuve un gran mundo interior que se escondía entre limpiezas, niños, comidas con los amigos y fingiendo que nunca pasaba nada, que todo era perfecto, creí que era yo la que fallaba, a la sombra de mi otro yo, el que latía tan fuerte dentro de mí, casi lo dejé morir de apatía queriendo ser como todas las demás, no es que ellas fueran menos que yo, era simplemente que no compartían mis inquietudes, me aburría siempre hablar de lo mismo, la casa, los niños, los maridos, me preguntaba ¿Nosotras dónde entramos en todo este juego? ¿Qué es lo que somos? ¿Sólo somos nuestras casas, nuestras limpiezas, nuestros hijos o una sombra de nuestros maridos?
Sentía una constante lucha en mi fuero interno por ser una más, la moneda que pagaba era el dejar que se mustiasen las flores que llevaba dentro, vivía para estrenar en los días de fiesta, para aparentar lo que no era, para días feriados y Semanas Santas.
¿ Y los demás días qué? Apatías y aburrimientos.
Me faltaba crear, vivir, expresar, mostrarme tal y como soy, soñar, encontrar ese hada que cada uno de nosotros cobijamos en nuestros fueros. Requería compartir ilusiones, sueños y sentimientos, mi gran urgencia era ver mi realidad, la que ignoré durante tantos años, esa verdad a la que un día juntando valor enfrenté y aún hoy no estoy preparada para contar.
No se trataba de afrontar malos momentos de parejas, se trataba de no conformarme con las migajas que me daban, de ser respetada, que me aceptaran tal cual soy, no como la que pretendían que fuese.
Hasta que llegó el momento de la búsqueda en el jardín de la esperanza, me asomé a un mundo nuevo, rompí mi jaula de cristal por mí fabricada, busqué duendes, hadas y príncipes encantados, todo aquello que estaba muy dentro de mí y que no podía explicar sin ser menospreciada.
Mi búsqueda fue desosegada, me introduje en caminos apartados, bosques oscuros donde todo me amenazaba, me enfrenté a la desaprobación de mis conocidos, ellos no comprendían el por qué me apartaba de la mujer que ellos conocían, quizás nunca me buscaron, tal vez por ese motivo jamás me encontraron.
Una tarde de verano, cuando casi ya no tenía anhelos, un duende de ojos verdes, se empeñó en destapar lo que ya quizás su instinto le decía, buscó riquezas donde los demás creyeron que no había, fue desde aquel día donde empecé a descubrir lo que significa el símbolo de las hadas, hacerme frente a mí misma, saber lo que quiero y a dónde voy, lo que siento, lo que quiero compartir y a su vez merezco.
En mi niñez siempre me empujaron hacia a un príncipe azul, jamás me dijeron que en la realidad de los cuentos, no existen príncipes si no hadas..
Aquel día no encontré a un príncipe encantado; encontré a un hada, me encontré a mí misma.
miércoles, 25 de junio de 2008
Buscando un hada...
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ResponderBorrarY lo mejor para querer y conocer a los demás es empezar queriéndose uno a si mismo, comprenderse, soportarse y apreciarse como tal.Un beso querida hada.
ResponderBorrarLa persona que posee ese hada interior es afortunada, ya que ésta no desaparece nunca, sólo permanece agazapada esperando el momento oportuno para aflorar a la superficie. Pero cuando sale, es para siempre.
ResponderBorrarMis felicitaciones.
Un beso.
Que buen relato, de lo que siempre hemos soñado ser, siempre luchadora constante y a decir verdad estas siempre comprometida con lo que tu misma te propones.
ResponderBorrarAhora siendo esta nueva Hada, se que ya te reconoces inmediatamente.
prima
ResponderBorrareres un hada muy linda y maravillosa que solo se descubrió ahora pero que existe hace muuuchos años...no dejes nunca de ser esa hada no de acompañarnos en nuestros corazones a todos aquellos quienes te seguimos mediante tu hermoso blog
te quiero mucho
la hadita mas chiquitita...jejeje