sábado, 9 de agosto de 2008

Carta para ti, cabrón.... (escrito por un niño de segundo grado)


Para ti, cabrón: Porque lo eres, porque la has humillado, porque la has menospreciado, porque la has golpeado, abofeteado, escupido,insultado... porque la has maltratado. ¿Por qué la maltratas? Dices que es su culpa, ¿verdad? Que es ella la que te saca de tus casillas, siempre contradiciendo y exigiendo dinero para cosas innecesarias o que detestas: detergente, pan, verduras...
Es entonces, en medio de una discusión cuando tú, con tu 'método de disciplina' intentas educarla, para que aprenda. Encima lloriquea, si además vive de tu sueldo y tiene tanta suerte contigo, un hombre de ideas claras, respetable. ¿De qué se queja?

Te lo diré: Se queja porque no vive, porque vive, pero muerta. Haces que se sienta fea, bruta, inferior, torpe... La acobardas, la empujas, le das patadas., patadas que yo también sufría.
Hasta aquel último día.
Eran las once de la mañana y mamá estaba sentada en el sofá, la mirada dispersa, la cara pálida, con ojeras. No había dormido en toda la noche, como otras muchas, por miedo a que llegaras, por pánico a que aparecieses y te apeteciera violarla (hacer el amor dirías) o
darle una paliza con la que solías esconder la impotencia de tu borrachera. Ella seguía guapa a pesar de todo y yo me había quedado tranquilo y confortable con mis piernecitas dobladas. Ya había hecho la casa, fregado el suelo y planchado tu ropa. De repente, suena la cerradura, su mirada se dirige hacia la puerta y apareces tú: la camisa por fuera, sin corbata y ebrio. Como tantas veces. Mamá temblaba. Yo también. Ocurría casi cada día, pero no nos acostumbrábamos.
En ocasiones ella se había preguntado: ¿y si hoy se le va la mano y me mata? La pobre creía que tenía que aguantar, en el fondo pensaba en parte era culpa suya, que tú eras bueno, le dabas un hogar y una vida y en cambio ella no conseguía hacer siempre bien lo que tú querías. Yo intentaba que ella viera cómo eres en realidad. Se lo explicaba porque quería huir de allí, irnos los dos. Mas, desafortunadamente, no conseguí hacerme entender.

Te acercaste y sudabas, todavía tenías ganas de fiesta. Mamá dijo que no era el momento ni la situación, suplicó que te acostases, estarías cansado. Pero tu realidad era otra. Crees que siempre puedes hacer lo que quieres. La forzaste, le agarraste las muñecas, la empujaste y la
empotraste contra la pared. Como siempre, al final ella terminaba cediendo. Yo, a mi manera gritaba, decía: mamá no, no lo permitas. De repente me oyó. ¡Esta vez sí que no! -dijo para adentro-, sujetó tus manos, te propinó un buen codazo y logró escapar. Recuerdo cómo cambió tu cara en ese momento. Sorprendido, confuso, claro, porque ella jamás se había
negado a nada.
Me puse contento antes de tiempo.
Porque tú no lo ibas a consentir. Era necesario el castigo para educarla. Cuando una mujer hace algo mal hay que enseñarla. Y lo que funciona mejor es la fuerza: puñetazo por la boca y patada por la barriga una y otra vez.

Y sucedió.

Mamá empezó a sangrar. Con cada golpe, yo tropezaba contra sus paredes. Agarraba su útero con mis manitas tan pequeñas todavía porque quería vivir. Salía la sangre y yo me debilitaba. Me dolía todo y me dolía también el cuerpo de mamá. Creo que sufrí alguna rotura mientras ella caía desmayada en un charco de sangre.

Por ti nunca llegué a nacer. Nunca pude pronunciar la palabra mamá.
Maltrataste a mi madre y me asesinaste a mí.

Y ahora me dirijo a ti. Esta carta es para ti, cabrón: por ella, por la que debió ser mi madre y nunca tuvo un hijo. También por mí que sólo fui un feto a quien negaste el derecho a la vida.

Pero en el fondo, ¿sabes?, algo me alegra. Mamá se fue. Muy triste, pero serenamente, sin violencia, te denunció y dejó que la justicia decidiera tu destino. Y otra cosa: nunca tuve que llevar tu nombre ni llamarte papá.
Ni saber que otros hijos felices de padres humanos señalaban al mío porque en el barrio todos sabían que tú eres un maltratador. Y como todos ellos, un hombre débil. Una alimaña.
Un cabrón.
Maru (intentando crear conciencia sobre la violencia contra la mujer)

9 comentarios:

  1. Lo leí hace tiempo y me sigue poniendo la piel de gallina!.

    ResponderBorrar
  2. Amiga es una realidad tan dura, tan cierta, como hacer entender a nuestras congeneres que nunca nunca jamas hay que permitir que nos levanten la mano, si se hace una vez y se perdona estas perdida, no cambian, salvo un tratamiento intenso y real...de otro modo se sigue incrementando la lista de victimas inocentes, un abrazo cariñoso

    ResponderBorrar
  3. de ahi te contesto con mas calma porque vamos a almorzar cariños, y que penita que no pudiste ir nos regalaron cosas super lindas de ahi te cuanto, besitos

    ResponderBorrar
  4. dura carta donde las haya ...no se si copiarla con tu permiso y pasarla donde debo .....
    conchis asustada d elo que he leido ...

    ResponderBorrar
  5. Hola Maru, gracias por pasar por mi blog.
    Te enlazo el tuyo en el mío, así no te pierdo.
    Un saludo
    Javi.

    ResponderBorrar
  6. Nunca la habia leido .. me dolio .. buaahh no puedo dejar de llorar ... sorry q no escriba mas

    Besos

    Canela

    ResponderBorrar
  7. Menudo relato. Tan cruel como la vida que padecen muchas mujeres.

    Un fuerte abrazo,

    ResponderBorrar
  8. Muy duro... pero demasiado real y cotidiano.
    Me gusta la redecoración de tu casa.
    Besos.

    ResponderBorrar
  9. A violência nada resolve. NO ENTANTO CONTINUA A SER UTILIZADA. É utilizada pelos mais fortes (ou que se julgam mais fortes), contra os oprimidos, contra os mais fracos. Há um ditado que diz: 'Violência, gera violência'.
    Muito havia a dizer sobre a violência, e sobre quem a utiliza.
    Fica bem.
    E a felicidade por aí.
    Manuel

    ResponderBorrar

El alma se alimenta de palabras, y tus palabras son muy importantes para mí. Déjame algunas y seré muy feliz.