Para todo hay que sacar número, en la clínica, en el bazar de la calle Rosas, en la carnicería, en la Isapre…
Y, mientras espero, pienso en lo que quiero pedir, en lo que necesito, en lo que me gustaría para este año y para todos los que vienen…
“D 99” se escucha por el altoparlante. “¿Con quién tiene hora?”. Necesito que me atienda un chamán, un experto en almas, alguien que restaure el cuerpo y lo calce con lo que siento, porque sepa usted que lo que siento cambia a cada minuto y es distinto en la mañana, en la tarde y en la noche. También sería bueno un palabrólogo que sepa ajustarme para que lo que digo sea realmente lo que quiero decir, para que lo que debo decir no importe tanto y para que mis palabras surtan efecto. También sería bueno un hechicero, que me de una pócima para que me pueda desdoblar, volar o hacerme invisible a mi antojo.
“B 27” marcan los números rojos. “¿Qué va a llevar?”. Quiero tres metros de tranquilidad, una bolsita con cien gramos de sueños, pero de los brillantes y autoadhesivos, también deme un paquete de autodisciplina y otro de confianza en mis capacidades, pero sin almidón. ¿Tiene felicidades, de esas que vienen con alegría y muchas risas? Deme ocho, pero que sean todas de distintos colores. “¿Algo más?”. Mmmm, un diluyente de malos ratos, que sea tan fuerte que sirva además para sacar penas.
“C 43” grita el carnicero. “¿Qué le doy casera?”. Deme cuatro kilos de amigos entretenidos, trabajos motivantes cortados para bistec, unas rodajas de días con nubes y sol, pero bonitos, también un par de kilos de cariño y que venga bien blando para meterlo al horno.
“A 62” anuncian. “Dígame”. Quiero cambiarme de plan a uno de luz, con copagos de conversaciones hasta la madrugada y bonificaciones de viajes, con mundos nuevos y redescubrimiento de los viejos. Eso quiero.
Pero siempre, siempre es tanto lo que hay que esperar, que termino por arrepentirme, y acabo pidiendo una hora con el oftalmólogo, unos metros de encaje, un cuarto de carne molida y el pago de mis cuentas… No sirvo para esperar, soy del club de los impacientes…
¿Y usted qué va a pedir?… No, no responda de inmediato… Saque su número y espere.
ay amiga quien como tu pudiera escribir tan bien!!!!! geniales todos tus post!!!!
ResponderBorrarUn abrazo cargado de Luz y todo mi cariño para ti!!!!!
jajaja
ResponderBorrarque bueno que está este prima, me gustó....
ya saqué número pero aún no tengo claro lo que te voy a pedir así es que mejor vengo otro día
besios enormes
Hace algun tiempo aprendí que además de hacer las cosas prácticas, si pensamos en aquello que nos gustaría hacer, conseguimos que el rato en el que soñamos no nos lo rompa nadie.
ResponderBorrarDe todos modos, sigo intentando no ser presidenta honoraria del club de los impacientes.
Besos, pececito lindo